Uno se levanta un día y decide ayudar a alguien.
A vos no hay nadie mirándote; ninguna cámara te está filmando; ningún premio te darán por hacerlo; nada vas a ganar a cambio, y vos decidís ayudar a alguien.
Vos no esperas a que se haya organizado una colecta; no consultas si es la fecha en que hay que hacerlo; no ves por televisión una gran inundación ni un terremoto.
Vos te levantas un día y decidís ayudar a alguien.
A vos no te sobra nada, vos no tenés tanto, vos trabajás y por eso tenés lo que tenés.
Nadie te regaló nada, no dispones de tiempo, y decidís ayudar a alguien.
Vos te levantás un día, y a contramano de los tiempos que corren, de las ideas que circulan, más allá de lo que opinan los fanáticos del mercado, de lo que dicen los manuales de comercio, de lo que marcan las encuestas o indican las estadísticas, vos decidís ayudar a alguien.
Vos no tenés la menor idea de si ganarás el cielo por esto, no sospechas ni remotamente que te vayan a recordar por este gesto, a vos no te sacarán una foto, ni te recibirán después con aplausos.
Vos te levantás un día y decidís ayudar a alguien.
Y lo hacés
Así de simple: lo hacés.
Vos no sos un monje tibetano; no sos un santo; ni necesariamente la persona más buena del mundo; ni el ser más espiritual de la tierra.
No sos de otro planeta, tu paciencia no es infinita.
A veces te peleás con un vecino o tus hijos te sacan de quicio.
No sos zen, no sos hippie, ni un millonario excéntrico que encontró en la filantropía su pasatiempo favorito, tampoco estás al borde de la muerte y querés hacer un bien antes de abandonar este mundo, y con total naturalidad decidís ayudar a alguien.
Vos te levantás un día, y sin meditar los beneficios; sin analizar las ganancias; sin pensar el costo; sin anotarlo en una planilla ni dejarlo registrado en ninguna parte; sin intermediarios ni permisos; sin explicaciones ni preámbulos, como lo más natural del mundo decidís ayudar a alguien.
No te vestiste de gala, no andas con muchas vueltas, no lo pensaste durante años, no lo charlaste con un secretario ni con un jefe, y decidís ayudar a alguien.
Vos tuviste una vida color de rosa; vos no tuviste una vida color de rosa; a vos nunca nadie te ayudó, a vos una vez te ayudaron; vos sos hombre, vos sos mujer, sos padre, madre, no sos madre, no sos padre, y decidís ayudar a alguien.
Te levantas un día, y no es el cumpleaños de nadie, ni el aniversario de nada, ni la conmemoración de ninguna cosa, no viene al caso por algo en particular, no tuviste un sueño revelador, ni una pesadilla en la que viste el túnel y la luz, tampoco un rapto místico.
Vos te levantás un día y decidís ayudar a alguien.
Y lo haces.
Así de simple, lo haces.
Sin más.
Más ser humano que otra cosa.
Vos te vas a dormir y ayudaste a alguien.
Y te levantás al día siguiente, y el mundo ya ha cambiado en algo....
