Cerebro vs Cuerpo


En la mitología griega, Morfeo (‘forma’) es el dios de los sueños. Según ciertas teologías antiguas, es el principal de los Oniros, los mil hijos engendrados por Hipnos (el Sueño) y Nix (la Noche, su madre), o por Hipnos con Pasítea.
Era representado con alas que batía rápida y silenciosamente, permitiéndole ir volando velozmente a cualquier rincón de la Tierra. Morfeo se encargaba de inducir los sueños de quienes dormían y de adoptar una apariencia humana para aparecer en ellos, especialmente la de los seres queridos (de ahí su nombre), permitiendo a los mortales huir por un momento de las maquinaciones de dioses.
Fue fulminado por Zeus por haber revelado secretos a los mortales a través de sus sueños.

Cuando empieza a bajar el sol, en ese momento del crepúsculo, la hora triste del día casi noche me doy cuenta de que otra vez no voy a poder dormir. La inquietud me invade. Otra noche más en la que voy a tener que conformarme con tres o cuatro horas de descanso, mejor dicho, de desmayo. Siento que Morfeo se olvidó de mi, que saltea mi cama por las noches.
Rara vez puedo recordar un sueño porque rara vez me voy a dormir sin que los ojos se me cierren solos.
Qué tendrá la noche de inquietante? Será la oscuridad? Será la calma? No sé lo que realmente es, sólo sé que estoy agotada.
Desde el momento mismo en que abro los ojos fantaseo con lo que voy a dormir la noche siguiente. Pero ya sabemos lo que pasa. Quedo ahí. Sintiendo como poco a poco me van abandonando las fuerzas.
Mi cerebro me impide dormir, lucha con el cuerpo y yo en medio de los fuegos cruzados. Generalmente gana el cuerpo. Exhausta pienso "un pestañeo nada más". Amanezco agradecida de al menos haber logrado conciliar esas tres o cuatro horas.

Tengo hermosos recuerdos de cuando lograba descansar ocho horas diarias. Hoy es solo un sueño. Mi cuerpo me pasa factura de todo esto. Y yo? Qué culpa tengo? Como si no quisiera dormir. Pero quién se cree que es? Probé cuanto remedio casero me dieron o dijeron. Tomé cuanta porquería me dieron. Empieza a bajar el sol, ese momento del crepúsculo, la hora triste del día casi noche y se que otra noche más pasaré en vela deseando que Morfeo se acuerde de mi. Deseando que mi alma quiera hacer el viaje de mi cuerpo.

"Quizás los sueños son recuerdos que el alma tiene del cuerpo, pensó, y esto era una respuesta"
José Saramago, El Evangelio según Jesucristo


1 comentario:

Cecilia García Olivieri dijo...

La que se tiene que entregar, en cuerpo y alma, a Morfeo sos vos. Creo que el truco esta en dejar la mente en blanco... "Pensar en nada", decía Gieco, y eso es lo más complicado de todo.